Respecto a la renuncia presentada esta mañana por el secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa Macías, los senadores del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional (GPPAN) consideramos lo siguiente:
Esta dimisión valida la altísima irresponsabilidad, inconciencia e ineptitud que prevalece en el nuevo Gobierno de México.
No es posible que mientras el Presidente de la República en su discurso diga que todo está bien, el responsable de la conducción económica y del control presupuestal presente de manera irrevocable su renuncia argumentando toma de decisiones sin sustento suficiente, aplicación de política económica sin evidencia y con irresponsables extremismos por parte de su jefe.
Es una abdicación que evidencia de manera clara como inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la hacienda pública y la injerencia de personajes con patente conflicto de intereses. Hoy no sólo estamos frente a un gravísimo caso de ineptitud, sino que asoman claros signos de corrupción.
El presidente López Obrador dice que Carlos Urzúa le renunció porque no estaba de acuerdo con las decisiones que él estaba tomando en su responsabilidad de cambiar la política económica que se ha venido implementando, cerrando con el dicho “…no se puede poner vino nuevo en botella vieja…”
Ante ello, los senadores panistas consideramos que Carlos Urzúa renuncia por razones que quedan todos los días manifiestas:
1. Calificadoras que han disminuido su confianza en el riesgo país de México.
2. Todos los pronósticos son poco alentadores en torno al crecimiento de la economía.
3. La falta de oportunidades laborales y la nula política que aliente la inversión y dé certeza a las empresas es creciente.
4. El uso desmedido de recursos en favor del asistencialismo, con un alto corte electorero, cancelando recursos en favor de la salud, la educación y la promoción económica.
5. O bien, la recientemente fabricada partidaria secreta que le dará al Ejecutivo un alcance faccioso y discrecional de recursos, los cuales quizá el doctor Urzúa no quiso servir como responsable legal de un acto político electorero.
Hoy queda claro que, aunado a las señales externas, nacionales e internacionales, es manifiesto que a este Gobierno lo que importa no son los datos ni la evidencia, sino la opinión del Presidente de la República, que lo que importa no es el conocimiento o la experiencia de los funcionarios, sino su peligroso extremismo.
Y mientras el Gobierno sigue negado a reconocer las señales que muestran una desaceleración económica y una recesión en el corto plazo, es tiempo de iniciar una investigación a profundidad sobre el influyentismo y el conflicto de interés que Carlos Urzúa acusa, pues son indicios claros de actos de corrupción.