Cuando el niño se expone a situaciones de estrés se puede alterar el equilibrio físico y emocional.
Se deben utilizar estrategias relajantes, distracciones físicas, así como apoyo profesional y familiar.
Se ha encontrado que el estrés puede impactar más negativamente en el desarrollo emocional del niño o adolescente que en el adulto, ya que las demandas frustrantes e irritantes que aparecen en la convivencia familiar o escolar, se relacionan con estados disfuncionales y preocupaciones en el desarrollo socio-emocional provocando lo que se conoce como estrés cotidiano infantil.
El psicólogo Juan Carlos García Ramos adscrito al Hospital General Regional No. 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Querétaro, señaló que el estrés cotidiano infantil hace referencia a la exposición de circunstancias o acontecimientos externos, capaces de alterar el equilibro fisiológico y psicológico del niño o de la niña.
“Se trata de sucesos, problemas, preocupaciones y contrariedades de frecuencia, baja intensidad y con el pronóstico de que pueden alterar paulatinamente el bienestar integral del infante. En muchos casos el entorno cotidiano pone en peligro el equilibrio del niño, por lo que responden con síntomas de tipo fisiológico, emocional o conductual, no siempre fácil de identificar”, indicó García Ramos.
En el ámbito de salud se hallan sucesos tales como enfermedad, procedimientos médicos, medicamentos y preocupación por la imagen corporal que pueden ser detonantes de estrés.
Respecto al ámbito escolar, se contemplan factores estresantes, tales como problemas en la interacción con el profesor, dificultades con las tareas académicas, exámenes, bajas calificaciones, carencia de material escolar, cometer errores ante los compañeros y exceso de actividades extraescolares.
“También se consideran detonantes de estrés los problemas en las relaciones con otras personas, como falta de aceptación de los padres o maestros, peleas familiares o maltrato y situaciones de ridiculización o burla”, indicó García Ramos. Así como, dificultades económicas, temores nocturnos o a lugares —escuela, baños, calles—, falta de acompañamiento de los padres y reiteradas peleas entre hermanos.
El especialista señaló que “cuando el estrés cotidiano infantil se torna crónico y ocurren acontecimientos importantes, como por ejemplo, separación de los padres, violencia entre los padres, desempleo o fallecimiento de un familiar, entre otros, se pueden generar trastornos psicológicos de difícil manejo para las personas a cargo de los menores”.
Por lo anterior, el IMSS recomienda, como estrategias, concentrarse en resolver el problema, buscar diversiones relajantes, distracción física, esforzarse y tener éxito en metas cortas, fijarse en lo positivo de la vida, buscar apoyo profesional y social; además, no se deben ignorar los problemas, por autoinculparse o dejarlos al tiempo: “ya se le pasarán”.